El bienestar surge cuando un sistema está integrado. Cuando los componentes diferenciados de un sistema se conectan, ese sistema se mueve hacia un estado integrado. La integración se define como el enlace de los distintos elementos dentro de un todo funcional. El bienestar implica al menos tres elementos, mente, cerebro y relaciones. Así, una mente coherente, un cerebro integrado y unas relaciones armónicas y empáticas se refuerzan y se crean mutuamente.
Los padres y los niños están programados para conectarse los unos a los otros desde el nacimiento (Cozolino, 2006; Schore, 2003ª, 2003b, Siegel 1999). Por tanto, los déficits de la primera infancia se pueden remediar con suficientes experiencias más adelante en la vida. Puede ser posible estimular el crecimiento de nuevas conexiones neuronales compensatorias, si no reparadoras, que podrían llevar a un individuo a un estado de bienestar neuronalmente más integrado.
EMDR junto con terapia familiar, puede catalizar estos cambios en el cerebro de los individuos tratados. Los terapeutas pueden promover la sintonía interpersonal e intrapersonal, y trabajar con las personas para liberar el impulso humano hacia la salud y el bienestar.
Teoría de Sistemas de Bowen
Es también conocida como la terapia de la familia de origen. Bowen consideraba la enfermedad mental como el producto de relaciones interpersonales perturbadas. Para Bowen es el grado de ansiedad no modulada del individuo combinada con el nivel de diferenciación de la propia familia de origen, los que se consideran como los determinantes más potentes de las propias relaciones interpersonales. La ansiedad crónica, una experiencia generalizada característica de todos los sistemas vivos, es la principal fuente de trastornos psicológicos y la diferenciación es el remedio para la ansiedad crónica.
Para Bowen, ocho constructos entrelazados configuran la mayor parte de su teoría: diferenciación personal, desconexión emocional, sistema emocional familiar, proceso de proyección familiar, triangulación, posición de los hermanos, proceso de transmisión multigeneracional, y regresión social. La piedra angular, es la diferenciación del yo. Hace referencia al grado en que las personas diferencian entre procesos emocionales e intelectuales y su grado de separación de su familia de origen. Los individuos altamente diferenciados son capaces de tomar decisiones y resolver problemas sin responder a los estímulos emocionales internos. Estas personas no están ni demasiado implicados en el clima emocional de su familia de origen, ni totalmente alejados o inmunes a su importancia. En cambio, cuando el funcionamiento intelectual de una persona está dominado por las emociones y hay una fusión entre pensamiento y sentimiento, esa persona se encuentra en un nivel bajo en el continuo de diferenciación. Estas personas tendrán serias dificultades para diferenciar los sentimientos subjetivos y los pensamientos objetivos.
La diferenciación de la propia familia de origen es un proceso de desarrollo continuado. Algunas personas que tienen problemas con las tareas de diferenciación tratan de individualizarse psicológica o emocionalmente a través del alejamiento y la negación de la importancia de la familia (esta pseudodiferenciación se conoce como corte emocional). Se observan menos síntomas de estrés en varias generaciones de una familia cuando existe un contacto emocional continuado entre los individuos de distintas generaciones, pero al mismo tiempo los miembros de la familia se siguen esforzando en alcanzar niveles altos de diferenciación personal.
Bowen identificó un “proceso de proyección familiar” a través del cual los padres proyectan sus dificultades sobe el niño más vulnerable, independientemente del orden de nacimiento del niño. El niño elegido como receptor de las proyecciones de los padres, y por tanto triangulado dentro de la relación matrimonial presenta normalmente el nivel más bajo de diferenciación y es el descendiente más propenso a la fusión. Tendrá más dificultades para lograr una separación emocional adaptativa apropiada para su edad. Cuanto menos diferenciados se encuentren los padres de sus respectivas familias de origen, más se dependerá del proceso de proyección familiar para estabilizar el sistema y mayor será la probabilidad de que más de un niño muestre disfunción emocional.
El objetivo principal del trabajo terapéutico es lograr una mayor diferenciación de la propia familia de original en lugar de cortar emocionalmente con los progenitores.
El sistema familiar, desde este punto de vista, se considera como una unidad emocional y utiliza la idea de sistemas para describir las complejas interacciones dentro de ella. En lugar de hacer diagnósticos individuales, Bowen lo hace en el campo emocional de toda la familia, lo que incluye la familia de origen y la familia extensa de cada uno de los padres. El ambiente de este campo emocional familiar determina la habilidad con la que un individuo mantiene el equilibrio entre la fuerza emocional básica de conexión interpersonal y el imperioso impulso de la individualidad. La lucha no resuelta entre esas dos fuerzas opuestas puede absorber una inmensa cantidad de energía emocional y dar como resultado una desilusión constante. Puede decirse que las personas atrapadas en esta lucha sufren de disfunción relacional crónica.
Diferenciación del yo
El concepto de diferenciación del yo es la piedra angular de la teoría de Bowen. Utilizó este término para describir la capacidad de cualquier individuo de equilibrar con éxito dos fuerzas naturales contrapuestas: la fuerza hacia la separación, que empuja a cada persona a ser independiente y única, y la fuerza que impulsa a los humanos a juntarse, ese deseo inherente de pertenecer a un grupo, de conectar con otros que le ofrecen amor y aceptación. Cuando las cosas están tranquilas en un sistema familiar, puede haber más espacio para que los individuos expresen sus diferencias y cualidades únicas, pero cuando hay más intensidad emocional, la familia ejerce mayor presión emocional para que todos sigan la misma línea y sean “uno más”.
La medida en que cada individuo puede enfrentarse a esta presión mientras se mantiene involucrado con los miembros de la familia de manera tranquila y considerada es un indicador del nivel de diferenciación.
La diferenciación también se refiere a la habilidad de distinguir los pensamientos de los sentimientos y de escoger entre dejarse llevar por el intelecto o por las emociones. Las personas con niveles más altos de diferenciación pueden lidiar mejor con el estrés porque son capaces de sentir emociones intensas, pero basan sus acciones en los pensamientos lógicos y racionales. Por el contrario, las personas con bajo nivel de diferenciación son altamente reactivas hacia los demás y basan sus acciones en pensamientos emocionalmente cargados y frecuentemente irracionales.
Un tercer indicador del nivel de diferenciación son las relaciones que la persona mantiene dentro de la familia de origen. Cuando la presión emocional para ajustarse se vuelve muy intensa, alguna gente sucumbe a dicha presión y se pierden a sí mismos en el proceso (fusión); otros se desconectan emocionalmente, bien físicamente o internamente, como manera de proclamar su derecho a ser persona separada (desconexión). Aquellos con mayores niveles de diferenciación son más capaces de resolver problemas relacionados con sus padres sin sacrificarse ni a sí mismos, ni a sus conexiones con los miembros de la familia.
Otro concepto importante de la teoría de Bowen es el de sistema emocional de la familia nuclear. A medida que se forma una nueva unidad familiar, cada cónyuge trae consigo cierto número de problemas no resueltos del pasado, proporcionales al nivel de diferenciación de su familia de origen. Estos temas no resueltos tienden a incorporarse a la familia nuclear de las siguientes maneras: a) conflicto conyugal, b) proyección sobre uno de los niños y c) disfunción en uno de los cónyuges.
Del libro “Manual de EMDR y procesos de terapia familiar” (2013) Shapiro F., Kaslow F. y Maxfield L.