La palabra emoción proviene del latín “emovere”, que significa “acto de mover”, y del verbo “emotio”, que significaba “alejarse y moverse”, (Dr. Josep Mª Fericgla“Cultura y emociones. Manifiesto por una antropología de las emociones”). De ahí que actualmente en todos los ámbitos la palabra emoción tenga mucho que ver con la acción y con el movimiento. Se producen como respuesta a acontecimientos (o estímulos) que, de alguna manera, son significativos para la persona, (ya sean externos o internos) y su duración puede variar entre segundos y horas, provocando una serie de posibles reacciones en nosotros.
La emoción nos proporciona una información muy valiosa de nosotros mismos, de lo que nos importa, lo que necesitamos y hacia dónde nos queremos dirigir (Mireia Cabero Jounou). Conecta con quienes somos e influye en la toma de decisiones. Gran parte de la importancia de las emociones en nuestras vidas proviene de la estrecha relación existente entre emoción y salud. Las emociones y nuestra manera personal de gestionarlas juegan un papel decisivo en la aparición de una enfermedad como puede ser el cáncer.
Se han realizado numerosas investigaciones que señalan un nexo de unión importante entre las relaciones conflictivas y el descenso de defensas inmunológicas, por una parte (Centro Cognitivo de Neurociencia Social de la Universidad de Chicago), y también entre emociones positivas y coherencia cardíaca (Heart Math Institute). Las emociones se construyen en el cerebro. Es el cerebro el que hace que nos emocionemos o no, de la siguiente manera (a grandes rasgos): Todas las personas recibimos continuamente estímulos del exterior. Nuestra reacción ante dichos estímulos (emocionarnos o no, y de qué manera) depende de si los consideramos importantes, de si nos ayudan a conseguir alguno de nuestros objetivos y de si pensamos que disponemos de estrategias de afrontamiento ante esta situación. Nuestro objetivo es ayudarte a que dispongas del mayor número de estrategias posibles, y que te acostumbres a utilizarlas de forma natural, para que ello no suponga un esfuerzo añadido ni un elemento bloqueador en el desarrollo de tu vida cotidiana.
Trabajaremos contigo para desarrollar: – La conciencia emocional – La regulación emocional – La autonomía emocional – La inteligencia interpersonal – Las competencias para la vida y el bienestar. No podemos evitar que ocurran cosas que no esperamos o que van en dirección opuesta a lo que teníamos previsto como nuestro proyecto de vida. Pero sí podemos aprender a gestionar esas emociones, a utilizar las herramientas que TODOS tenemos,(aunque algunos desconozcamos), para poder identificarlas, analizarlas, comprobar la reacción que tiene en nosotros y valorarlas objetivamente tomando cierta distancia afectiva. Una vez hecho esto, podemos elegir qué queremos hacer ante ellas, si queremos adoptar una respuesta u otra, o si queremos sustituir la emoción negativa por una positiva igualmente intensa que nos haga sentir mejor. Los seres humanos somos receptores de circunstancias, pero también somos seres activos, con la capacidad de construir circunstancias que nos ayuden a tener experiencias positivas.
De la misma mantera, podremos aprender a entender las emociones de los demás, y ello nos ayudará en nuestras relaciones interpersonales y mejorará nuestras habilidades sociales, todo ello dirigido a un mayor bienestar personal.
“Fue cuando volví a pensar en qué sentía cuando me pasaban esas cosas cuando me di cuenta de que en realidad a veces se trataba de nostalgia, a veces de indefensión, a veces de desazón y a veces de soledad. Pero no era dolor. El secreto no es ser de hierro o insensible, sino dejar que los pinchazos te penetren, que te toquen y rebautizar qué sientes.
El descubrimiento es sencillo: «no existe la palabra dolor». Los pasos son: 1. Busca palabras cuando pienses en dolor. Busca cinco o seis que puedan definir qué sientes, pero que ninguna sea dolor. 2. Cuando las tengas, piensa cuál es la que define mejor qué sientes; ése es tu dolor. 3. Cámbiala, obvia la palabra dolor y coloca la nueva. Dejará de dolerte y podrás sentir con fuerza esa nueva denominación, ese sentimiento.” Albert Espinosa